El ejercicio físico tiene un efecto beneficioso para la salud mental y 
física.
Dos estudios recientes explican ahora, además, algunas de las razones 
fisiológicas que subyacen a dicho efecto. 
                  
El primero de ellos, realizado por científicos de la Universidad de Princeton
 (EE.UU.), reveló que la actividad física reorganiza el cerebro, de tal 
forma, que su respuesta al estrés se reduce. En consecuencia, es menos 
probable que la ansiedad interfiera con el funcionamiento corriente de 
este órgano. 
 En experimentos realizados con ratones, cuyos resultados ha publicado el Journal of Neuroscience,
 se constató que cuando éstos hacían ejercicio regularmente aumentaba en
 sus cerebros la actividad de unas neuronas que 'frenan' el 'encendido' 
del hipocampo ventral, una región del cerebro vinculada al estrés. Al 
mismo tiempo, las neuronas de estos ratones liberaron más 
neurotransmisores GABA (ácido gamma-aminobutírico), que también aplacan 
la excitación neuronal.
En experimentos realizados con ratones, cuyos resultados ha publicado el Journal of Neuroscience,
 se constató que cuando éstos hacían ejercicio regularmente aumentaba en
 sus cerebros la actividad de unas neuronas que 'frenan' el 'encendido' 
del hipocampo ventral, una región del cerebro vinculada al estrés. Al 
mismo tiempo, las neuronas de estos ratones liberaron más 
neurotransmisores GABA (ácido gamma-aminobutírico), que también aplacan 
la excitación neuronal.   Por último, la proteína que encapsula el ácido gamma-aminobutírico en 
pequeños 'paquetes' o vesículas para su liberación en las sinapsis o 
conexiones entre neuronas, también estuvo presente en mayores cantidades
 en ratones activos, en comparación con otros ratones que no habían 
hecho ejercicio.
Por último, la proteína que encapsula el ácido gamma-aminobutírico en 
pequeños 'paquetes' o vesículas para su liberación en las sinapsis o 
conexiones entre neuronas, también estuvo presente en mayores cantidades
 en ratones activos, en comparación con otros ratones que no habían 
hecho ejercicio.
EXPERIMENTOS Y RESULTADOS
 Los experimentos consistieron en proporcionar a un grupo de ratones 
(activos) acceso ilimitado a una rueda para correr, mientras que a otros
 ratones (sedentarios) no se les proporcionó rueda alguna.
Los experimentos consistieron en proporcionar a un grupo de ratones 
(activos) acceso ilimitado a una rueda para correr, mientras que a otros
 ratones (sedentarios) no se les proporcionó rueda alguna.
Después de seis semanas, todos los animales fueron expuestos a agua fría
 como factor estresante, durante un breve período de tiempo.
De este modo, pudo comprobarse que los cerebros de los ratones activos y
 de los sedentarios se comportaban de manera distinta, cuando eran 
sometidos a estrés. En los ratones activos se dio el proceso ya 
explicado, mientras que en las neuronas del segundo grupo de ratones 
–los sedentarios-, el agua fría estimuló el incremento de los 'genes de 
expresión inmediata' (IEGs), que son genes que se activan transitoria y 
rápidamente como respuesta a una amplia variedad de estímulos celulares. 
La ausencia de estos genes IEGs en las neuronas de los ratones activos 
sugiere que sus células cerebrales no pasaron a un estado excitado como 
respuesta al factor estresante, explican los científicos. En lugar de 
eso, su cerebro mostró todas las señales de control de reacción al 
estrés mencionadas, en un grado no observado en los cerebros de los 
ratones sedentarios.  
Desde un punto de vista evolutivo, la investigación muestra que el 
cerebro puede ser extremadamente flexible y adaptar sus propios procesos
 al estilo de vida o al entorno, afirma la autora principal de la 
investigación, Elizabeth Gould, en un comunicado de la Universidad de 
Princeton. Una mayor probabilidad de comportamiento ansioso puede 
suponer una ventaja adaptativa para las criaturas físicamente menos 
aptas. El estrés, a menudo, conlleva conductas de evitación de 
situaciones potencialmente peligrosas, por lo que puede aumentar la 
probabilidad de supervivencia. 
En cuanto a los conocimientos adquiridos con esta investigación, Gould 
explica que, hasta ahora, "el impacto de la actividad física sobre el 
hipocampo ventral no se había explorado a fondo". Y que "el 
establecimiento de las regiones clave para la regulación del estrés 
puede ayudar a los científicos a comprender y a tratar mejor los 
trastornos de ansiedad humanos". 
 
¿QUÉ PASA EN EL ADN?  
La segunda investigación reciente sobre los efectos del ejercicio físico
 en el organismo ha sido la realizada por científicos de la Universidad de Lund,
 en Suecia. Ésta ha revelado que el ejercicio, incluso en pequeñas 
dosis, cambia la expresión innata de nuestro ADN, publica dicha 
Universidad en un comunicado difundido a través de Alphagalileo.  
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| Células adiposas | 
El estudio ha descrito en concreto, por vez primera, lo que sucede a 
nivel epigenético en las células de grasa o células adiposas, cuando se 
realiza una actividad física. Según una de sus autoras, Charlotte Ling: 
"Cuando hacemos ejercicio, el patrón epigenético de los genes que 
afectan a la acumulación de grasa en el cuerpo se modifica".  
Las células del cuerpo contienen ADN, que a su vez contiene a los genes.
 Heredamos nuestros genes, y éstos no se pueden cambiar. Pero los genes 
están vinculados a 'grupos metilo', que son los que condicionan la 
expresión genética (esto es, si los genes se activan o se desactivan). 
Estos grupos metilo pueden ser influenciados de varias maneras: a través
 del ejercicio, la dieta o el estilo de vida, merced a un proceso 
conocido como 'metilación del ADN y del que se ocupa la epigenética, un
 campo relativamente nuevo de investigación que en los últimos años ha 
atraído cada vez más la atención de los especialistas. En su estudio, 
los científicos investigaron qué sucedía con los grupos metilo en las 
células adiposas de 23 hombres con sobrepeso, de unos 35 años, y que no 
habían participado anteriormente en actividad física alguna, cuando 
asistían regularmente a clases de aeróbic. Lo hicieron durante un 
período de seis meses. 
Gracias a una tecnología que analiza 480.000 zonas de todo el genoma, se
 constató que, después del ejercicio, los cambios epigenéticos habían 
tenido lugar en 7.000 genes (cada persona tiene entre 20 mil y 25 mil 
genes). A continuación, los investigadores analizaron específicamente la
 metilación acaecida en genes vinculados a la diabetes tipo 2 y a la 
obesidad, y encontraron cambios en estos genes también lo que, según 
ellos, significaría que podría contarse con una herramienta para influir
 en la función de estos genes de riesgo. 
Los investigadores de la Universidad de Lund llevan un tiempo buscando "si se puede reducir el riesgo de diabetes tipo 2 cambiando el grado de metilación del ADN en las variantes de riesgo genéticas para la enfermedad", tal y como ellos mismos anunciaron, a raíz de un estudio anterior, en otro comunicado de dicha Universidad.
Por otra parte, en el laboratorio, los científicos pudieron confirmar sus hallazgos in vitro
 (estudio de cultivos de células en tubos de ensayo), desactivando 
ciertos genes y reduciendo así su expresión. Esto dio lugar a cambios en
 el almacenamiento de grasas en las células adiposas.
Fuente:Madrid+d 
Los lectores de los blogs: adn-dna, biologia i naturalesa , canal adn-dna.net a YouTube y los usuarios del aula virtual de ciencias de la naturaleza adn-dna.net pueden sugerir, en el apartado de comentarios de este post, otros enlaces relacionados con este contenido.
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