Trilobites |
Un desastre ecológico global aniquiló a
la mayor parte de las especies del planeta hace 250 millones de años,
poniendo un brusco fin al Paleozoico o Era Primaria. Se zanjaba así el
experimento biológico que había comenzado 292 millones de años antes y
que hoy denominamos Explosión Cámbrica, el momento en que la factoría
terrícola comenzó a lanzar especies en masa. Aquel capítulo de la
historia de la vida, tan largo que nos cuesta comprender su magnitud, se
cerró con la eliminación de 7 de cada 10 especies terrestres y de más
de 9 de cada 10 marinas. Los insectos, incluyendo los más grandes que
jamás han existido, prácticamente desaparecieron. Fue el fin de los trilobites, quizá los animales más conocidos de la fauna del Paleozoico.
Cualquier observador habría apostado a que la vida en la Tierra había
tocado a su fin.
Aún no existe una explicación definitiva sobre qué causó la Gran
Mortandad. Las pruebas de aquel suceso quedaron destruidas largo tiempo
atrás o acabaron sepultadas bajo toneladas de rocas más recientes. Con
las escasas pistas disponibles, los científicos han apuntado varias
hipótesis, como el vulcanismo intensivo, el envenenamiento de los mares y
de la atmósfera o incluso la colisión de uno o varios asteroides.
Dos científicos chinos han elaborado ahora un estudio que responsabiliza de la Gran Mortandad a la formación del supercontinente Pangea ('toda la tierra', en griego). A comienzos del Pérmico, el último período del Paleozoico, todos los continentes se fusionaron en una única y colosal masa de tierra de unos 200 millones de kilómetros cuadrados, rodeada por un único océano, Pantalasa ('todos los mares', en griego). Esta reunión continental alcanzó su apogeo entre finales del Pérmico y principios del Triásico, el primer período del Mesozoico tras la Gran Mortandad. Según Hongfu Yin y Haijun Song, de la Universidad China de Geociencias en Wuhan, la integración de las tierras emergidas fue la primera ficha de un colosal efecto dominó que terminó desencadenando un cataclismo ecológico global.
Principio de isostasia |
La propuesta de Yin y Song no es la primera que asigna consecuencias
nocivas a la formación de Pangea. La Tierra está compuesta por placas tectónicas que flotan sobre el manto, un sistema que tiende al
equilibrio gravitatorio según el principio de isostasia. Cuando este
balance se rompe, como ocurre cuando todos los continentes se amalgaman,
una serie de mecanismos se ponen en marcha para restablecer el
equilibrio. Al fusionarse las tierras, el grosor de la litosfera
aumenta, lo que la hunde más en el manto pero también la eleva a mayores
alturas sobre el nivel del mar, provocando una regresión de las aguas
en un único océano que también se hace más profundo para compensar la
mayor altitud continental. Estos cambios probablemente destruyeron el
patrón reinante de corrientes marinas y vientos, lo cual, unido a la
aridez que debió de instalarse en la vasta Pangea, pudo alterar
drásticamente los ecosistemas. Sin embargo, muchos expertos no
consideran que estos efectos sean suficientes para explicar la Gran
Mortandad.
Yin y Song opinan lo contrario. Según su estudio, publicado en la revista Science China Earth Sciences, la formación de Pangea hizo saltar por los aires los delicados engranajes de la Tierra, conectados entre sí: "La crisis biótica durante la transición del Paleozoico al Mesozoico fue un largo proceso de coevolución entre geosfera y biosfera", escriben los investigadores. "La secuencia de eventos en la frontera Pérmico-Triásico revela un patrón de dos episodios, cambios globales de rápido deterioro y extinción biótica en masa, así como la íntima relación entre ambos".
Yin y Song opinan lo contrario. Según su estudio, publicado en la revista Science China Earth Sciences, la formación de Pangea hizo saltar por los aires los delicados engranajes de la Tierra, conectados entre sí: "La crisis biótica durante la transición del Paleozoico al Mesozoico fue un largo proceso de coevolución entre geosfera y biosfera", escriben los investigadores. "La secuencia de eventos en la frontera Pérmico-Triásico revela un patrón de dos episodios, cambios globales de rápido deterioro y extinción biótica en masa, así como la íntima relación entre ambos".
Los científicos sugieren que el desastre se inició con una pluma del
manto, una columna de material del interior de la Tierra que asciende y
se abre camino hasta la corteza. Estas plumas se han propuesto para
explicar el vulcanismo en lugares alejados de los contactos entre placas
tectónicas, como el archipiélago de Hawái, aunque su existencia aún se
debate. Este fenómeno sería responsable de los llamados traps de
Tunguss, en Siberia, y Emeishan, en China, enormes regiones de roca
volcánica que surgieron durante la integración de Pangea. Esta, a su vez, habría sido una consecuencia de las corrientes en el manto terrestre provocadas por las plumas.
El estudio alega que la fuerte actividad volcánica generada por las plumas envenenó la atmósfera con grandes volúmenes de dióxido de carbono, metano, dióxido de nitrógeno y cianuro, asfixiando la vida en tierra. Estos gases causaron además un intenso calentamiento global debido al efecto invernadero y deterioraron la capa de ozono de la estratosfera, exponiendo la superficie terrestre a la dañina radiación ultravioleta. La aridez y el calor en el interior de Pangea favorecieron la extensión de incendios que contribuyeron a la destrucción. En cuanto a los océanos, los gases volcánicos y la disminución del oxígeno alteraron profundamente la química marina y los ciclos del carbono, lo que según los científicos explica la devastación de los ecosistemas oceánicos.
"Los grandes cambios globales y la extinción en masa fueron resultados de la interacción entre las esferas de la tierra. El deterioro de las relaciones entre litosfera, atmósfera, hidrosfera y biosfera (incluyendo factores internos propios de la evolución de los organismos) se acumularon hasta superar el umbral, explotando en la época de la transición Pérmico-Triásico", explica la revista en un comunicado. Los autores del estudio relacionan además los fenómenos geológicos acaecidos entonces con la inversión de los polos magnéticos que tuvo lugar en el Pérmico medio. Sin embargo, reconocen que sus hipótesis aún deberán confrontarse con nuevas investigaciones.
El estudio alega que la fuerte actividad volcánica generada por las plumas envenenó la atmósfera con grandes volúmenes de dióxido de carbono, metano, dióxido de nitrógeno y cianuro, asfixiando la vida en tierra. Estos gases causaron además un intenso calentamiento global debido al efecto invernadero y deterioraron la capa de ozono de la estratosfera, exponiendo la superficie terrestre a la dañina radiación ultravioleta. La aridez y el calor en el interior de Pangea favorecieron la extensión de incendios que contribuyeron a la destrucción. En cuanto a los océanos, los gases volcánicos y la disminución del oxígeno alteraron profundamente la química marina y los ciclos del carbono, lo que según los científicos explica la devastación de los ecosistemas oceánicos.
"Los grandes cambios globales y la extinción en masa fueron resultados de la interacción entre las esferas de la tierra. El deterioro de las relaciones entre litosfera, atmósfera, hidrosfera y biosfera (incluyendo factores internos propios de la evolución de los organismos) se acumularon hasta superar el umbral, explotando en la época de la transición Pérmico-Triásico", explica la revista en un comunicado. Los autores del estudio relacionan además los fenómenos geológicos acaecidos entonces con la inversión de los polos magnéticos que tuvo lugar en el Pérmico medio. Sin embargo, reconocen que sus hipótesis aún deberán confrontarse con nuevas investigaciones.
Fuente: madrimasd.org
Autor: José Manuel Nieves
Autor: José Manuel Nieves
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